¡Una chica vende limonada para pagar su quimioterapia, de repente pasa Stephen Curry y deja a todos sin palabras!

Mia tenía apenas siete años cuando le diagnosticaron leucemia. La noticia destrozó a su familia, pero estaban decididos a luchar por ella. ¿El único problema? El coste del tratamiento era abrumador. A pesar de sus mejores esfuerzos, las facturas seguían acumulándose y sus ahorros menguaban.

Un día, a Mia se le ocurrió una idea. Siempre le había gustado hacer limonada con su madre y sabía que a la gente de su barrio le gustaba beber una bebida refrescante en las tardes calurosas. “¿Por qué no montar un puesto de limonada para ayudar a mamá y papá con las facturas del hospital?”, pensó. Al principio, sus padres dudaron, pero al ver la determinación de Mia, aceptaron.

Con una mesa pequeña, unos limones y una gran sonrisa, Mia montó su puesto en la puerta de su casa. Trabajó incansablemente, llamando a los transeúntes y contándoles sobre su causa. Su historia se difundió por el barrio y pronto, cada vez más personas se acercaban a comprar un vaso de limonada. Sin embargo, a pesar de la generosidad de la comunidad, el dinero recaudado aún no era suficiente.

Entonces ocurrió algo extraordinario.

Una tarde cálida, un elegante todoterreno negro se acercó al puesto de Mia. La puerta se abrió y apareció nada menos que Stephen Curry, la superestrella de la NBA. Mia abrió los ojos con incredulidad cuando la leyenda del baloncesto se acercó a su puesto con una cálida sonrisa.

Una chica vende limonada en la tumba de su madre, ¡y luego aparece Stephen Curry y sorprende a todos! - YouTube

—Hola, señorita —la saludó Curry, agachándose para ponerse a su altura—. He oído que estás vendiendo la mejor limonada de la ciudad. ¿Me das un vaso?

Mia asintió con entusiasmo, con las manos temblorosas de emoción mientras le servía un vaso. Él tomó un sorbo, sonrió y metió la mano en el bolsillo. Pero en lugar de darle unos dólares, sacó un sobre grueso. Dentro había un cheque por 50.000 dólares.

Los padres de Mia se quedaron sin aliento. Las lágrimas brotaron de los ojos de su madre mientras su padre la miraba con incredulidad. “Esto debería ayudar con el tratamiento de Mia”, dijo Curry en voz baja, entregándoles el cheque. Pero aún no había terminado.

Sacó su teléfono y comenzó a transmitir en vivo. “¡Hola a todos! Acabo de conocer a esta niñita increíble, Mia. Está luchando contra la leucemia y está aquí vendiendo limonada para ayudar a sus padres a pagar el tratamiento. ¡Mostrémosle un poco de amor!”.

En cuestión de minutos, las donaciones comenzaron a llegar en masa. Fans, deportistas y celebridades se sumaron, compartieron su historia y enviaron su apoyo. La respuesta fue abrumadora. Al final del día, la recaudación de fondos de Mia se había disparado, asegurando fondos suficientes para su tratamiento y más.

Mia no lo podía creer. Abrazó a Curry con fuerza y ​​le susurró: “Gracias”. Él sonrió y le dio unas palmaditas suaves en la espalda. “Eres una guerrera, Mia. Sigue luchando”.

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